6 dic 2015

Hollywood & el 'Pentágono'. (Parte II de II)

Tanto Hollywood como el Pentágono salen mutuamente beneficiados de esta relación. Mientras Hollywood produce películas taquilleras y sus directores y productores medran profesionalmente el Pentágono, por su parte, dirige la oferta cultural en el ámbito del entretenimiento de cara a mejorar su imagen pública, aumentar el número de reclutas y mantener alta la moral de su personal. En cualquier caso el Pentágono, como una institución del gobierno federal, desarrolla una labor para la que constitucionalmente no está facultado, de manera que otorga su apoyo y ayuda, generalmente con un coste económico irrisorio cuando no inexistente, a aquellas producciones cinematográficas que le resultan favorables mientras se lo deniega a aquellas otras que no se adaptan a sus intereses ni a su estrategia publicitaria. Este tipo de práctica constituye una vulneración de la Primera Enmienda a la constitución de los EEUU, de forma que se da una discriminación hacia aquellas películas que ofrecen un punto de vista que no es del gusto del Pentágono.
Día de estreno de la Guerra de las Galaxias
El Pentágono se vale de sus enormes recursos materiales, económicos, humanos, tecnológicos y financieros para apoyar aquellas producciones cinematográficas que son de su gusto en función del punto de vista que ofrezcan. Al mismo tiempo los productores de Hollywood tienen acceso a dichos recursos siempre y cuando se plieguen a las exigencias del Pentágono. Para esta tarea el ejército no sólo se ocupa de revisar los guiones y llevar a cabo las negociaciones previas para la adecuación de la producción cinematográfica a las exigencias del Pentágono, sino que también dispone de los mecanismos precisos para asegurarse de que la película se ajusta a los requerimientos establecidos por esta institución. Con este propósito el Pentágono envía a los rodajes a un consejero técnico que ejerce de guardián de sus intereses, quien se ocupa de que los productores cumplan con las condiciones establecidas por el ejército en las negociaciones en materia de producción, y especialmente en lo tocante al guión. Una vez finalizado el rodaje y el montaje la película debe proyectarse ante la plana mayor del Pentágono antes de que sea vista por el público. En la práctica los EEUU no se diferencia en nada sustancial a lo que se hace en Corea del Norte donde la población está sometida a la propaganda gubernamental a través de los principales medios de comunicación. En el caso de EEUU el Pentágono se ocupa de dirigir la oferta de la industria cinematográfica con el apoyo de aquellas producciones que le resultan ideológicamente favorables, y que por ello ofrecen una imagen positiva del ejército y de sus valores. De esta forma impone su propia censura y revisionismo histórico, como trató de hacer con la película Trece Días, o como de hecho logró hacer con Windtalkers y con La tormenta perfecta. En el caso de Trece Días, que versa sobre la crisis de misiles en Cuba, se intentó suavizar la imagen de los mandos militares de la época de Kennedy que eran presentados como unos “halcones” belicistas. Sin embargo, los productores no cedieron e hicieron la película sin la ayuda del Pentágono. En el caso de Windtalkers se produjo una maniobra de revisionismo histórico en la que se modificaron diferentes escenas y se manipularon acontecimientos históricos, como es el hecho de que en la guerra del Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, se utilizaran cifradores de mensajes navajos que tenían asignados en cada caso un escolta que tenía órdenes expresas de ejecutarlos en caso de que hubiera riesgo de que cayeran en manos enemigas para, así, impedir que el código fuera descifrado por los japoneses. Esto no le gustó al ejército y exigió que cambiara este aspecto desapareciendo de la versión final del guión, aunque hay que decir que no fue lo único que se modificó pues juntamente con ello se hicieron otros cambios con los que se ocultó la brutalidad del ejército americano en el campo de batalla. En cambio en La tormenta perfecta la Fuerza Aérea, en una operación de rescate, suplantó a la Guardia Costera, todo ello para mejorar la imagen del ejército de cara al público para lo cual no se dudó en tergiversar descaradamente hechos históricos. Los casos de películas o series en las que la mano del ejército intervino para modificar el guión y cambiar diferentes aspectos de la producción son interminables. Nos encontramos con Forrest Gump, pero también con la serie de televisión JAG que fue sometida a un profundo saneamiento, o también la serie Supercarrier a la que finalmente se le retiró la ayuda militar debido a las crecientes quejas y demandas de la marina para revisar el guión, lo que dicho sea de paso puso fin a la serie. Otras producciones como Fields of Fire nunca llegaron a realizarse porque el Pentágono, que era el único que podía proveer de los medios necesarios para su rodaje, se negó a colaborar. Tampoco son pocos los intentos del propio Pentágono de impedir la producción de películas que no le satisfacían, como ocurrió con ¡Ataque! del director Robert Aldrich. En general el Pentágono despliega una política llena de censura sobre las películas en las que interviene el ejército, todo ello para crear una imagen favorable a las fuerzas armadas y en la medida de lo posible hacer que dichas producciones se asemejen más a un anuncio publicitario para conseguir reclutas que a una obra artística propiamente dicha. En este sentido el Pentágono supedita la producción cinematográfica a los requerimientos propagandísticos de una institución que trata por infinidad de medios de conseguir nuevos reclutas, y al mismo tiempo mantener elevada la moral de sus integrantes. El Pentágono ejerce sin lugar a dudas una influencia enorme sobre la producción cinematográfica, pero no es la única institución que lo hace ya que nos encontramos con otras agencias gubernamentales, como la propia CIA, que también se encargan de financiar y respaldar de diferentes maneras proyectos cinematográficos y televisivos que ofrecen una imagen favorable de la institución y de sus actividades. Tal es así que desde 2001 dispone de su propio asesor oficial para la industria del cine. A pesar de esto, y tal como venimos afirmando, el Pentágono dispone de unos recursos que no posee ninguna otra agencia gubernamental lo que le provee de una influencia decisiva sobre muchas de las producciones cinematográficas. Asimismo, y debido a estos enormes recursos con los que cuenta, Hollywood siempre manifiesta una actitud colaboradora con el ejército, ya que no puede prescindir de su equipamiento para muchos de sus rodajes, lo que le lleva a aceptar muchas de las modificaciones que el Pentágono introduce en los guiones. Aunque la estrategia propagandística del Pentágono está dirigida al público americano no hay que perder de vista que de un modo indirecto el impacto es mucho mayor, y en modo alguno se circunscribe a la sociedad estadounidense. El carácter internacional de las producciones de Hollywood ha hecho que otras sociedades sean consumidoras de la ideología que destilan las películas en las que ha participado el Pentágono, y que de esta forma se consolide un imaginario colectivo en el que es implantada la ideología nacionalista e imperialista que suele acompañar a este tipo de obras. En cierta medida un logro indirecto de la acción del Pentágono en el terreno cinematográfico no sólo es mejorar su imagen hacia adentro, hacia la sociedad estadounidense, sino también hacia fuera, lo que de alguna manera sirve para justificar la política exterior de los EEUU y con ello su imperialismo. Así es como el Pentágono también consigue generar una imagen positiva entre los miembros de otras sociedades, y a desarrollar cierta simpatía y admiración que en muchas ocasiones conlleva la identificación con la política expansionista de esta potencia imperial. La colaboración entre Hollywood y el Pentágono es poco y mal conocida, aunque dicha colaboración puede deducirse fácilmente de no pocas producciones en las que interviene la institución militar, tal y como suele quedar reflejado en los créditos finales que generalmente nadie se molesta en leer. Sin embargo, esta relación no deja de estar al margen del escrutinio público en tanto en cuanto es llevada a cabo a través de canales secretos o confidenciales, de forma que la actividad de los militares en el terreno cinematográfico queda fuera de los focos de la opinión pública. Por esta razón resulta importante destacar la existencia de esta relación y los términos en los que es llevada a cabo para comprender la intencionalidad que se esconde detrás de las producciones en las que participa el Pentágono, y con ello tomar conciencia del colaboracionismo que se da entre los estudios de Hollywood que no dudan en sacrificar la creatividad artística a los dictados propagandísticos y militaristas del Pentágono. EEUU, que históricamente han sido conocidos en el mundo occidental como el país de la libertad y la democracia, no se diferencia en nada importante de un régimen totalitario, y prueba de ello es el intervencionismo gubernamental, en este caso por medio del Pentágono, a la hora de dirigir la producción cultural. Esta es la misma práctica que se da en regímenes totalitarios como Cuba o Corea del Norte que, a diferencia de EEUU, no disponen del mismo prestigio y poder internacional que la potencia americana lo que a ojos de la opinión pública les hace aparecer como villanos. Sin embargo, la realidad no se divide en blanco y negro como tampoco entre héroes y villanos, de forma que EEUU lejos de ser un país en el que se respeta la libertad de expresión tal y como queda recogido en su Primera Enmienda es un lugar en el que el gobierno favorece abiertamente aquellas opiniones que le resultan más favorables, no diferenciándose de esta manera de la práctica desarrollada por las restantes tiranías totalitarias. Texto: Esteban Vidal. Ver: ''Parte I''. 


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