6 dic 2015

Hollywood & el 'Pentágono'. (Parte I de II)

El ejército constituye una institución que por regla general es esquivada en los análisis sobre política y sociedad, todo ello pese a su manifiesta y cardinal importancia en las estructuras de poder estatal y en su influencia sobre la sociedad. Por esta razón conviene recordar una vez más que el papel del ejército es decisivo en tanto en cuanto constituye la columna vertebral del Estado, y por lo tanto su principal sostén en la medida en que garantiza su monopolio de la violencia sobre el territorio de su jurisdicción. Gracias a esto el Estado puede imponer sus leyes y su propio orden que es mantenido por medio de la coerción que le provee el ejército. Digamos que el ejército es lo que define la naturaleza violenta del Estado, el principal resorte de poder que hace que el orden establecido sea mantenido con éxito.
Evidentemente la gran importancia de esta institución y de sus componentes, como son los mandos militares, no ha pasado desapercibida para algunos pocos investigadores que han puesto de relieve el papel dominante que desempeñan tanto en el seno del Estado como sobre la sociedad.
Indudablemente el crecimiento del Estado y el desarrollo de su estructura organizativa central se debe fundamentalmente a la guerra y a su preparación, y por tanto al papel central que han desempeñado los ejércitos tanto para el mantenimiento del orden interno como para la competición exterior con otras potencias. Estructuralmente el ejército ocupa una posición estratégica en el entramado de poder del Estado, pero precisamente debido al desarrollo de la organización central del Estado se ha visto parcialmente limitado por la aparición de diferentes departamentos ministeriales, y con ello su peso político en el seno del Estado se ha relativizado. En cualquier caso nada de esto ha implicado que ejerza una enorme influencia sobre el conjunto del Estado, y que esa misma influencia se proyecte sobre una multitud de ámbitos que no se circunscriben exclusivamente al terreno militar.
En los EEUU el régimen constitucional y parlamentario que establecieron los padres fundadores a finales del s. XVIII, con sus pesos y contrapesos institucionales, y con otras medidas constitucionales dirigidas a mantener una neta división de poderes que hiciera imposible la emergencia de un poder que concentrara y controlara a todos los demás, no ha hecho imposible que finalmente el ejército, encarnado por el Pentágono y el Departamento de Defensa, haya alcanzado un tamaño descomunal y un peso político decisivo no sólo en las estructuras estatales sino también sobre el conjunto de la sociedad estadounidense. Esto es en gran parte el resultado del proceso histórico que han seguido muchos otros países en el que la guerra ha sido el principal elemento impulsor del desarrollo y crecimiento del ejército, y con ello también de la organización burocrática. En lo que ataña a los EEUU, la Segunda Guerra Mundial fue un momento decisivo en la historia de este país al haber supuesto su definitiva industrialización y rearme que permitió el surgimiento de un inmenso complejo militar-industrial, con una vasta burocracia, que se adueñó del gobierno de la nación. Indudablemente el escenario de la guerra fría contribuyó de manera sustancial a mantener una sociedad y una economía hechas por y para la guerra, lo que se unió a la permanente amenaza, ideológica y militar, que constituía la Unión Soviética como segundo polo de poder en el sistema internacional. De lo que no cabe duda es de que este cúmulo de circunstancias sirvieron para que el Pentágono, como un nuevo y pujante poder dentro de la administración federal, concentrase una inmensa parcela de poder con la que ha dirigido tanto la política exterior como interior de los EEUU.
En tanto en cuanto el ejército de los EEUU ha visto incrementado su poder, con unos abultados presupuestos y una poderosa burocracia a su servicio, también ha desarrollado su intervención sobre ámbitos que tradicionalmente no han sido considerados como competencia de las fuerzas armadas. Nos encontramos con que el desarrollo modernizador de los Estados y de los ejércitos ha creado un nuevo contexto político, social y cultural en el que la influencia militar, y consecuentemente también del militarismo, se ha hecho sentir sobre multitud de ámbitos como ocurre con el sistema educativo. En lo que a esto respecta no es nada desconocido la gran cantidad de recursos que el Pentágono dedica al I+D+i, y que constituye una inmensa fuente de ingresos para multitud de universidades que desarrollan diferentes programas de investigación. También hay que decir que esto no es exclusivo de los EEUU, y que en otros países los ejércitos también hacen sentir su influencia sobre el sistema educativo con el propósito de mejorar su imagen y captar nuevos reclutas. En lo que a esto último se refiere son reseñables los programas que el ejército español mantiene con diferentes centros educativos, y que se concretan en charlas divulgativas de oficiales en dichos centros, visitas a instalaciones militares, estancias en unidades militares, etc.
Lo que tal vez sea menos conocido es el hecho de que existe una estrecha colaboración entre la industria cinematográfica USA, radicada en Hollywood, y el Pentágono. Tradicionalmente suele tenerse una idea bastante sesgada de Hollywood como si se tratase de un hervidero de liberales e izquierdistas. No cabe duda de que el estilo de vida de muchas de las estrellas de cine puede llevar a engaño y dar la impresión de que Hollywood no es precisamente un entorno favorable para los militares y sus ideas. Pero a nada que se profundice un poco en las producciones de Hollywood cualquiera puede darse cuenta enseguida de que existe una más que patente relación entre la industria cinematográfica y el complejo militar-industrial. Esto no deja de ser el reflejo de una fructífera relación entre Hollywood y el Pentágono que ha granjeado a ambas partes importantes y suculentos beneficios.
La relación entre Hollywood y los militares data de muy antiguo, y se remonta hasta los mismos inicios de la industria del cine con la participación del Departamento de Guerra en la producción de la película Wings en 1927 que, dicho sea de paso, fue la primera en ganar un premio Óscar. Pero si la relación entre Hollywood y el Pentágono ha pasado desapercibida ello se debe sobre todo a que ha sido llevada con suma discreción, y en muchos casos en el más riguroso secretismo. Sin embargo, el Pentágono se ha valido de la existencia de una pujante industria cinematográfica en suelo americano para mejorar su imagen pública, propagar el militarismo y el nacionalismo, y de este modo también captar nuevos reclutas. Para esta labor el propio Pentágono tiene su oficina de enlace con la industria cinematográfica, con delegaciones en Los Ángeles. Es preciso hablar en plural porque cada rama del ejército tiene su propia oficina de relaciones públicas que se ocupa de colaborar con las productoras de cine, con lo que se trata de un universo burocrático bastante más amplio de lo que inicialmente pudiera pensarse.
En la medida en que los diferentes productores y directores de cine han necesitado material y personal militar para rodar sus películas han acudido al Pentágono para pedir ayuda, y de esta manera conseguir el material, apoyo logístico, asesoramiento, etc., necesarios con los que desarrollar las grandes y multimillonarias superproducciones cinematográficas, tan cargadas de realismo, que tan bien se cotizan en el mercado mundial de la industria del entretenimiento. Pero la ayuda que el Pentágono presta a los estudios de cine no es gratuita ya que está sujeta a unas condiciones para que puedan contar con la colaboración del ejército. Así, la cooperación militar en películas comerciales únicamente puede autorizarse en tres supuestos concretos: cuando dicha cooperación resulta alentadora para la moral de los miembros del servicio implicado, cuando se presente información sobre el servicio militar al público general, y cuando dicha cooperación potencia el reclutamiento de las fuerzas armadas. Estas condiciones son las que permiten al Pentágono intervenir en el proceso de producción cinematográfico en el que la obra artística queda sujeta a sus requerimientos de imagen e intereses.
En tanto en cuanto los estudios cinematográficos requieren de la colaboración del Pentágono para llevar a cabo muchas de sus producciones en las que intervienen los militares, o es precisa la presencia de armamento y recursos militares, se ven obligados a solicitar la ayuda de esta institución para ahorrarse importantes cantidades de dinero en sus presupuestos. Evidentemente el Pentágono pone sus condiciones para prestar su ayuda y generalmente los estudios se pliegan a sus dictados. De esta manera los guiones son ajustados a los criterios que el Pentágono maneja para este tipo de producciones, todo ello con el objetivo de mejorar su imagen pública para por un lado mantener alta la moral de sus integrantes, y así conservar a su propio personal, y por otro para difundir valores castrenses vinculados al nacionalismo y al patriotismo con el objetivo de ganar nuevos reclutas para las fuerzas armadas. En el proceso de producción el Pentágono supervisa y controla la elaboración del guión, y censura aquellas partes que considera perjudiciales para su imagen pública al mismo tiempo que hace sugerencias para la introducción de elementos que revaloricen públicamente a las fuerzas armadas, y que con ello mejoren su imagen para captar reclutas y ganarse la simpatía del público.
No son pocas las producciones cinematográficas que han sido sometidas a un proceso de saneamiento en el que han sido censurados personajes, líneas de diálogo, escenas, etc., que contravenían los intereses del ejército, todo ello bajo la amenaza de negar a las productoras su colaboración en los proyectos comprometidos. Debido a que el Pentágono aporta subvenciones a las películas comerciales con las que decide colaborar, pero también facilita el acceso a instalaciones militares o proporcione tanques, aviones, barcos o submarinos, pero también el apoyo logístico en todo tipo de cuestiones como el despliegue de equipos militares, el desarrollo de efectos especiales que también sirven para el entrenamiento de las tropas, etc., tiene una poderosa capacidad de influir sobre los estudios cinematográficos a la hora de producir una película o una serie.
Todo lo anterior explica que los servicios secretos militares hayan desarrollado estrechas y muy fructíferas relaciones profesionales con diversos directores de cine, tal y como ocurrió con 'Boinas Verdes' de John Wayne en 1968 en la que todo el material militar fue sufragado por el ejército. Cabe decir en lo que respecta a esta película que fue en toda regla un anuncio propagandístico de la administración de Johnson para apoyar, y en definitiva justificar, la guerra de Vietnam, al mismo tiempo que para conseguir nuevos reclutas. En general la aspiración del Pentágono en relación a la industria cinematográfica es orientar las producciones de tal forma que desempeñen una labor propagandística, y sean en última instancia anuncios publicitarios de las fuerzas armadas para el reclutamiento. Esto explica que 'Top Gun', dirigida por Tony Scott, fuera producida y aprobada por el ejército, de tal manera que aumentó hasta un 400% el número de jóvenes que se alistaron a la aviación naval, lo que despertó el entusiasmo del ejército hasta el punto de organizar eventos de reclutamiento en las salas de cine. La propia película dejó su huella en la industria del cine militarista en tanto en cuanto producciones posteriores introdujeron en sus historias misiones militares con personajes y códigos de Top Gun. Texto: E. Vidal. Pronto PARTE 2. 

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