22 nov 2014

Estado de la economía (Parte III de III)

La finanza en la sombra y la burbuja inmobiliaria China

El sistema financiero chino no está aún totalmente integrado en el sistema mundial. A excepción del mercado bursátil de Shanghai cuyas cotizaciones se siguen con interés en otros centros bursátiles, sigue habiendo un grado de división (estancamiento) entre sus mercados financieros y el mercado mundial. Pero el grado de financiarización de la economía china y la dimensión de su sector inmobiliario hacen que la situación macroeconómica global haya devenido tan sensible a su comportamiento como en los antiguos países capitalistas. Es la razón por la que el informe del FMI se ocupa de ello en su apartado global. Lo hace en términos diplomáticos, pero al menos espera que el Banco Central proceda a la "mejora de su capacidad de gestión de los imprevisibles movimientos en la demanda de liquidez, para garantizar la puesta en pie lo más rápido posible de un sistema de garantía de depósitos, así como la liberalización de los mecanismos para establecer los tipos de interés y, en fin, para consolidar el marco institucional necesario a fin de abordar las quiebras de las instituciones financieras". Como se ve, una agenda considerable. El FMI también exige que se ponga fin a las "garantías implícitas" de la que gozan los bancos y las autoridades municipales y regionales. Es importante que los inversores y los prestamistas al final de la cadena estén prevenidos que deberán soportar el "coste de sus precedentes excesos ".


Estas advertencias y recomendaciones se explican fundamentalmente por la formación en unos pocos años de un sistema bancario en la sombra, un "shadow banking system'' a la China, así como por el crecimiento de los préstamos de alto riesgo, sobre todo en el sector inmobiliario, que ponen de manifiesto las contradicciones y los impases que se acumulan en el proceso de acumulación en China. En todos los sistemas financieros existe una gran porosidad en el sistema bancario "normal" y en ninguna parte el sistema "bancario a la sombra" (lo que en Francia se denomina "la finanza a la sombra") se ha desarrollado sin la participación de los bancos. El FMI describe el mecanismo made in China. La banca hace préstamos a una sociedad financiera llamada "trust". Acto seguido ayuda a esta sociedad financia a reembolsar este préstamo permitiéndole pedir créditos o invertir valores de sus clientes ricos". La entidad financiera promete a sus clientes rendimientos mucho más elevados de los que corresponden a sus depósitos. Estos se componen de préstamos hechos a sociedades inmobiliarias y a los ayuntamientos para inversiones inmobiliarias. Los títulos emitidos tienen vencimientos muy cortos de tal manera que su emisión y su reembolso generan una volatilidad extrema. El efecto impulsor de estas sociedades financieras se estima, "de forma conservadora", en un 35%.
En el sector inmobiliario la contradicción específica a la que se confronta el PCC es la de conciliar la lucha contra las transacciones inmobiliarias, que son una de las principales fuentes de ingresos (y de corrupción) de las municipalidad, con el incremento de los precios que son factores de tensión social (compra y alquiler de vivienda) y, haciendo eso, evitar el gran riesgo de pinchar la burbuja financiera, arrastrando con ella a las sociedades financieras y a los bancos. La perspectiva, incluso la probabilidad, aunque no se pueda poner fecha, de un doble crash inmobiliario y financiero, hace que la situación china sea seguida con mucha atención. El FMI distingue lo que denomina los contragolpes internacionales iniciales - primera ronda de desbordamientos financieros transfronterizos- (first-round cross-border financial spillovers), que considera serán limitados debido a la integración inconclusa de China en la mundialización financiera, de los efectos macroeconómicos que seguirán al crash financiero cuyos efectos podrían afectar fuertemente a otras economías.

Las economías emergentes, terreno de predilección de los fondos y punto neurálgico de los choques financieros

El "apetito del riesgo" de los inversores y su "búsqueda de rendimiento" han hecho de los mercados financieros de los países llamados "emergentes" el terreno propicio de los diferentes tipos de fondos de inversión. La brutalidad de su movimiento de desvinculación en 2013, cuando la FED dio a entender que podría aumentar ligeramente sus tipos de referencia, llevó al FMI a consagrar un capítulo entero de su informe a la vulnerabilidad de los mercados financieros emergentes, excepto China e India en aquellos momentos. El FMI identifica a los diferentes inversores y detalla sus estrategias. Llega a la conclusión de que "la nueva mezcla en la cartera de los inversores globales puede hacer de estas carteras más sensibles a las condiciones financieras globales. La parte de los flujos de las obligaciones más volátiles ha aumentado, y una participación extranjera mayor en los mercados financieros nacionales puede transmitir una nueva inestabilidad. La inversión creciente por parte de los inversores institucionales, que generalmente se comportan de forma estable en los períodos de estabilidad, es bienvenida, pero estos inversores se pueden retirar de forma más pronunciaba y duradera en caso de un shock extremo. Incluso si las condiciones macroeconómicas domésticas tienen su importancia, el comportamiento retraido de los inversores persiste y no se ha mejorado desde hace quince años".
Los más peligrosos son los fondos comunes de inversión (Mutual Funds) y las sociedades de inversión de capital variable (SICAV). Reagrupadas bajo el nombre de "global retailers", en 2013 detentaban el 20% de las obligaciones de los países emergentes y mostraban una volatilidad extrema en la gestión de sus carteras. Los Mutual Funds americanos y japoneses son sociedades autónomas y no filiales de grupos bancarios (como en Francia, sobre todo) sobre las que existe información abundante. Un informe del FMI les consagra numerosas páginas.
El FMI teme el comportamiento de los fondos de inversión en caso de "shock extremo". No ofrece una definición concreta pero el término parece incluir eventos con un grado de gravedad muy inferior a los que conoció el sistema financiero mundial en 2007 y 2008. Lo que puede interpretarse como un signo de su gran fragilidad. En mayo de 20013, la Fed dio a entender que podría comenzar a incrementar sus tasas de referencia. Esto dio lugar a ventas masivas en los mercados de bonos (lo que se denominó como "desplome del mercado de bonos" que se produce cuando los inversores venden sus títulos en previsión de tener que pedir prestado al Banco Central a un interés más elevado). El BPI ofrece una cronología detallada de lo que pasó a continuación en las economías emergentes. En ella identifica dos olas de "desvinculación generalizadas" (fuga de capitales) en los mercados emergentes.
La primera (de mayo a principios de setiembre de 2013) fue desencadenada por un "shock mundial": las desvinculaciones masivas sobre el mercado obligatorio tras el anuncio de la ralentización de la compra de activos por la Reserva Federal. El segundo (de noviembre 2013a junio2014) fue fruto de la evolución macroeconómica en las economías emergentes. El primer episodio recuerda las crisis financieras mexicana, asiática y rusa de los años 1990 en las que se dieron múltiples combinaciones de fuga de capitales, hundimiento de los mercados financieros y caída del valor de las divisas. "De naturaleza brutal y generalizada, escribe el BPI, (ésta) se caracterizó por fluctuaciones violentas del precio de los activos (…) Cuando la ola de liquidación se propagó de las economías avanzadas a las economías emergentes, éstas últimas conocieron una brusca reversión del flujo de cartera, sobre todo en junio de 2013. Sus acciones bajaron por encima del 16%, antes de estabilizarse en julio, mientras que el rendimiento de los bonos soberanos aumentaros en más de 100 puntos básicos, bajo el efecto de las crecientes preocupaciones sobre el riesgo soberano". Se dio una "desconexión, indiferenciada, que tocó simultáneamente a numerosas monedas de las economías emergentes y que derivó en depreciaciones en cadenas en un contexto de fuerte volatilidad".
Las monedas de África del Sur, Brasil, India, Indonesia y Turquía se depreciaron en más de un 10% en relación al dólar. Brasil, India, Indonesia y Rusia perdieron en conjunto más de 10 millardos de dólares de sus reservas. La segunda ola de desconexión fue más larga y diferenciada. En setiembre y octubre de 2013, las economías emergente se recuperaron menos que las avanzadas y el nerviosismo de los inversores afectados se intensificó, endureciéndose las condiciones de los préstamos. "El rendimiento de los bonos de Estado y los diferenciales de rendimiento continuaron elevados en un contexto de persistencia de la fuga de capitales". Las presiones sobre los tipo de cambio de los países más expuestos alcanzaron la cima en enero de 2014; el banco central de Argentina tuvo que depreciar el peso y perder más del 10% en un solo día.

¿Hacia nuevas sacudidas financieras?

En la mayoría de las grandes economías "emergentes", el endeudamiento privado sigue siendo muy inferior al alcanzado en los antiguos países industriales. Sin embargo, desde febrero de 2014 hemos visto artículos y notas en la prensa financiera que se inquietan ante la posibilidad de que en ellos se produzcan crisis bancarias. Por supuesto, en China, en función de la situación que hemos descrito más arriba, pero también en Singapur y en Australia/45. La quiebra y reestructuración reciente del banco portugués Espíritu Santo ha aportado una nueva demostración de la fuerte opacidad de los bancos de la zona euro así como de su capacidad para escapar a los "test de riesgo" que se hacen para mostrar la situaciones más o menos exacta de su balances. El caso del Banco Espíritu Santo también ha puesto en evidencia los vínculos entre la "actividad bancaria" y la "finanza mafiosa".
En Nueva York, en un segmente mucho más importante de las finanzas, los analistas financieros se inquietan de la formación de una nueva burbuja sobre las acciones en las empresas de "tecnología punta". Más en general, desde hace algunas semanas se ha desarrollado un vivo debate en torno al realismo y la sostenibilidad del nivel de las cotizaciones en los principales mercados financieros. Estas son las consecuencias de la existecia de aumentos vertiginosos de capitales que están a la búsqueda de inversiones y movimientos especulativos que les reporten beneficios. La constatación de la atonía del crecimiento mundial, a pesar de las "políticas monetarias de inyección de liquidez", lleva a las organizaciones financieras internacionales a exigir con insistencia a los gobiernos que dejen de depender de los bancos centrales. "La política monetaria está demasiado solicitada desde hace mucho tiempo" insiste el BPI. En la introducción, llama a la "puesta en práctica de políticas específicas" que son responsabilidad de los gobiernos. Y mas adelante, de rezar el consabido rosario: "fortalecimiento de la oferta", "saneamiento de los balances" y "reformas estructurales". Necesariamente, su combinación varia de un país a otro, pero la mayoría de las veces consiste en la desreglamentación de sectores protegidos, como los servicios, la profundización en la flexibilidad del mercado de trabajo, el incremento de la tasa de actividad y la reducción del la hipertrofia del sector público". En la zona euro, las y los trabajadores y las capas populares de Grecia, Portugal y España conocen el significado de estas palabras. Al igual que los de Rumanía, Bulgaria y los países de la ExYugoslavia. Estas políticas ponen en el punto de mira de quienes son enviados por Frankfurt, Bruselas y Washington -los "hombres de negro"- para reafirmar la determinación de los gobiernos locales en caso de vacilación, las condiciones de reproducción social de amplias capas sociales. En Francia, para no hablar mas que del país desde donde escribo este artículo, el combate anticapitalista y antiimperialista del pueblo comienza en su propia país, contra su propio gobierno y contra sus bancos, en el que un componente central es la lucha contra la ilegitimidad y por el no pago de la deuda pública. Texto: François Chesnais. Ver también: Parte I.

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