7 mar 2013

Paraísos fiscales: Lo que queda por recorrer

En un contexto de persistencia de la debilidad económica global, los expertos llaman la atención acerca del auge de los llamados paraísos fiscales internacionales. Los "paraísos", socorridos por ventajas ofrecidas como la exención total o una reducción muy significativa en el pago de los principales impuestos, acumulan entre 21 y 31 billones (millones de millones) de dólares, muestran pesquisas realizadas. Con una cuarta parte de esa suma, se evitarían los recortes de gastos que golpean a varios países europeos y que dejan desempleados en las filas de la pobreza o sin poder acceder a servicios sociales a miles de personas, apuntan. Del total, alrededor de un tercio, es decir, entre 7,3 y 9,3 billones de dólares, debe provenir de 139 países de bajo o mediano ingreso. Se trata principalmente de rentas financieras acumuladas desde los años 70 del siglo pasado por las elites privadas y que no se registraron en sus sitios de origen. De tal forma, gran parte de las naciones consideradas deudoras en realidad serían prestamistas netos, si estos recursos no se hubiesen sustraído de su sistema financiero. Los entendidos remarcan que uno de los problemas principales radica en el hecho de que los activos de dichos países se encuentran en manos de un pequeño número de individuos ricos, mientras las deudas recaen en la gente ordinaria. Algunos aseguran que continúan existiendo más de 70 de estos territorios o Estados que ocultan gran parte de la riqueza mundial y son refugio seguro de las fortunas de evasores de impuestos, corruptos, criminales organizados e incluso terroristas. Según el investigador Xavier Harel, citado por el periódico Vanguardia, de México, del 30 al 40 por ciento de los impuestos que deberían recaudar las naciones en desarrollo terminan en paraísos fiscales. Los hombres más ricos del mundo sacan su dinero del país en que residen para evadir algunas regulaciones, pasándolo a jurisdicciones secretas, de acuerdo con un estudio realizado por Tax Justice Network (TJN), un organismo especializado en el tema. La investigación señaló que existe un gran índice de desigualdad, ya que de los casi 10 millones de titulares de cuentas extranjeras, unas 92 mil pertenecen a las personas más ricas del mundo, es decir, el 0,001 por ciento de la población del orbe. Además, remarcó la amenaza de la situación por considerarla uno de los problemas económicos más graves que enfrentan los países en desarrollo y que contribuye a agudizar la pobreza. Los estados ricos en petróleo cuya elite suele caracterizarse por su gran movilidad son especialmente propensos a depositar su riqueza en estas cuentas, en lugar de invertir en su propia nación. Algunos de los principales paraísos fiscales están ubicados en Hong Kong, Filipinas, Singapur, las Islas Marshall, las Islas Cook, Samoa y la República de Vanuatu, recordó. Una crítica fundamental a esta situación es la poca atención que se ha prestado a lo que los expertos consideran una especie de agujero negro de la economía mundial, ya que además del dinero en efectivo hay otras formas de riquezas insospechadas, como obras de arte, escondidas libres de impuestos en esos polos de evasión fiscal. Nuevamente afloran las contradicciones, en ocasiones muy características del comportamiento humano. Basta con recordar que todo ello ocurre en momentos en que los recortes del gasto público y las medidas de austeridad en general son las fórmulas más implementadas por muchos gobiernos ante los problemas que sacuden a la economía global. La gestión de organismos internacionales ha conseguido que en los últimos años algunos paraísos fiscales hayan accedido a hacer ciertas concesiones en materia de intercambio de información, especialmente en lo relativo a la colaboración en el esclarecimiento de delitos graves. Los expertos insisten en la necesidad de que los centros financieros provean información a otros países sobre los activos que sus residentes mantienen en su sistema financiero. Empero, subrayan la resistencia ofrecida por parte de las naciones desarrolladas para abordar el tema, debido a que se benefician de ese flujo de capitales. Critican la asimetría en el proceder del llamado primer mundo. En tal sentido, sobresale el caso de Estados Unidos, donde manifiestan que la ley para que las instituciones financieras revelen las cuentas de sus ciudadanos en el extranjero se contradice con la absoluta confidencialidad otorgada al ahorrista o inversor extranjero cuando deposita su dinero en la nación norteña. Opinan que la búsqueda de soluciones a la fuga de capitales y la evasión fiscal debería estar entre las primeras prioridades de las políticas mundiales de reducción de la pobreza. Acorde con algunos analistas, las miradas sobre esa industria de la evasión han aumentado. Los gobiernos están presionando a los bancos extranjeros con el objetivo de lograr que sean más transparentes en sus procedimientos. Explican que uno de los problemas de los "paraísos" son los escasos ingresos por dicho concepto pues tras varios años sin cobrar impuestos a las empresas y, en muchos casos, sobre las ventas efectuadas y sobre la renta, han acumulado grandes deudas. Varios de los lugares socorridos para ocultar dinero comienzan a cobrar nuevos impuestos o tarifas sobre el dinero extranjero. Empero, estudios especializados subrayan un aspecto necesario a tener en cuenta por estos territorios: el de equilibrar la fuente de la vitalidad de sus economías, basadas en servicios financieros, y la necesidad de lidiar con déficit estructurales. También agregan que las tasas que los "paraísos" piensan cobrar son tan insignificantes comparadas con el montante de activos allí colocados, que es poco probable que haya un éxodo de empresas. M. F. Bolaños. Recomendado: Capitalismo y crisis